Santander es una ciudad que tiene monumentos en forma de paisaje. Sin duda alguna, el mayor recurso de nuestra ciudad descansa en su privilegiada geografía, que le proporciona una calidad paisajística excepcional. Es importante resaltar este aspecto, porque es difícil encontrar otra ciudad con un frente marítimo similar, con visiones pintorescas que abarcan en un mismo encuadre desde la orilla del mar hasta las altas montañas de la cordillera. El paseante puede iniciar su recorrido junto al Centro Botín y, sin perder contacto visual con el mar, recorrer toda la ciudad y el término municipal por el Paseo de Reina Victoria, la península de La Magdalena, el Camello, las playas del Sardinero, los Jardines de Piquío, Mataleñas, Cabo Mayor y los acantilados de la Costa Norte, hasta la Virgen del Mar.
Reconozcámoslo, una parte importante de la economía de la ciudad vive de la calidad de estos paisajes. Lo que justifica que muchas personas viajen centenares de kilómetros en un fin de semana, de verano o invierno, para visitarnos, no es porque seamos más o menos simpáticos, tengamos edificios más espectaculares o porque en su ciudad no tengan museos. Lo que les atrae de Santander es lo bonita que es, las vistas desde el Paseo de Reina Victoria, las arboledas y los arenales, la bahía y los cantiles. Santander no es garantía de sol y playa, como el Este y Sur de España, nuestra oferta es la calidad ambiental y encontrar lugares que aún siguen teniendo un alto grado de naturalidad, porque no se han cometido los despropósitos que en otras latitudes quedaron escarmentados.
Muchas veces es importante escuchar a la gente que viene de afuera para darse cuenta de lo que tenemos la suerte de disfrutar. Aunque únicamente lo contempláramos en términos de rendimiento empresarial, estos paisajes deberían tratarse con la máxima prudencia y delicadeza, y bajo la premisa del mínimo impacto posible. Tenemos que hacernos amigos de nuestros lugares y darles el valor que merecen, solo así seremos capaces de entender qué actuaciones son las que suman y cuales restan a este capital del que todo depende.
Somos una ciudad con un entorno natural privilegiado y por ello tenemos la obligación de apreciarlo, respetarlo y conservarlo, para nosotros y para las generaciones futuras. Comprender los lugares es el punto de partida para cualquier intervención que haya de acometerse en ellos. Indagar en su carácter, su historia, su naturaleza y su belleza. Que hayan pervivido hasta el día de hoy y que la naturaleza conviva dentro de un entorno urbano, resulta algo excepcional, pues en buena parte de las ciudades costeras se destruyó de forma irreversible. Nada de lo que podamos hacer va a poder mejorar lo que naturaleza hizo a lo largo del tiempo.
Sin embargo, un lugar tan excepcional como la ensenada de La Magdalena y sus playas, cuya imagen desde Reina Victoria ha sido el cartel más difundido y reiterado de la ciudad durante más de un siglo, fue vulnerado y arrojado sobre él una masa informe de rocas de la manera más brutal e insensible. Resulta completamente absurdo y, sobre todo, contraproducente, la torpeza con la que se ha actuado en un lugar que debería ser considerado intocable por todos, es una verdadera afrenta a nuestros intereses y a nuestra forma de vida. Ineludiblemente hemos de rectificar y deshacer el desaguisado, y, para ello, tanto el Parlamento de Cantabria como el pleno del Ayuntamiento de Santander han solicitado su retirada. No son tiempos de confrontación sino de aliados, pues todos compartimos que hay que dar respuesta a los problemas, pero con soluciones que no destruyan nuestro patrimonio más preciado. Y también tenemos que aprender a pedir cuentas a los responsables que tomaron la decisión y a los técnicos que proyectaron este tipo de soluciones desorientadas, anacrónicas y agresivas, en contra de nuestros intereses. Por la dolorosa destrucción que supone hacerlo y por la inevitable destrucción que implica deshacerlo.
PLATAFORMA CIUDADANA SALVAR LA MAGDALENA
Representantes: Domingo de la Lastra, Manuel Zúñiga, Aurelio G-Riancho, Carlos García, Alberto Domínguez, Arturo Lastra, Angel Chamizo, Eduardo Manzanares, Adán Musi, Javier Gómez-Acebo.
Buenos días. En la línea de «respeto y defensa del paisaje» ¿No se podría hacer algo por mejorar los lugares siguientes?:
1.- El bloque de viviendas de Pedreña que impacta de lleno la visión de la margen sur de la bahía de Santander desde la margen norte
2.- Los pinos que crecen sin control en la península de La Magdalena y tapan el palacio. Además estos pinos, altos y con pocas ramas que compiten por la luz solar, se distinguen perfectamente de los que había originalmente (forma redondeada y distribuídos en zonas).
Saludos
Es interesante darse cuenta de que los lugares mencionados como «visiones pintorescas» todas ellas están especialmente intervenidas para poder ser acomodadas a los visitantes: «Centro Botín, Paseo de Reina Victoria, la Península de La Magdalena, el Camello, las playas del Sardinero, los Jardines de Piquío, Mataleñas, Cabo Mayor Virgen del Mar». Ninguno de los paseos y visitas turísticas hubieran sido posibles sin la intervención humana para su acomodación. El dique pretendía fortalecer el paisaje único mediante la consolidación de una playa única orientada al sur. Este tipo de artículos solamente ayuda a realentizar hasta paralizar una sociedad ya por sí misma muerta. Puestos a opinar, existen pocas construcciones en el mundo más aborrecedoras que la escuela de vela de la isla de los ratones. Además de reventar el paisaje y la vista natural, aporta a una minoría elitista un servicio ya bien cubierto por una instalación única a nivel nacional, el C.E.A.R.