Poner obstáculos sin fundamento no es bueno. Ponerlos con fundamento es necesario.

Oigo y leo la polémica levantada a causa de la instalación de molinos eólicos en los Valles Pasiegos.

La democracia nos ha dado el instrumento necesario y suficiente para orientar de la mejor forma posible las actividades encaminadas a mejorar la convivencia y el desarrollo de la población.

No dudo de que las energías renovables son super necesarias para evitar efectos dañinos en el ser humano y procurar un futuro más saludable. No es arbitrario decidir cerrar las centrales de carbón, paralizar las centrales nucleares o reducir los ciclos combinados, para producir energía. Decisiones afortunadas y necesarias que evitan riesgos impredecibles, lluvias acidas destructoras, emisiones a la atmosfera dañinas y otras nefastas consecuencias.

Todo ha tenido su momento, su justificación, no es bueno criticar el pasado si no sirve para orientar correctamente el futuro. Y el abordar el futuro energético de España con tecnologías limpias, afortunadamente, está en los programas de desarrollo energético a nivel mundial y concretamente, en nuestro caso, a nivel europeo y nacional.

A mi entender, para abordar el sector energético, partiendo de la realidad actual incuestionable hay que informar honradamente sobre las técnicas disponibles y sus limitaciones. Tener en cuenta su correcta ubicación y la salud física y económica de la población afectada.

Un mix energético es necesario. Un futuro renovable es imprescindible, pero la dosis a administrar de estas nuevas técnicas de producción de energía limpia, es ineludible.

Las trabas y dificultades que ponen los pueblos pasiegos a la instalación de molinos eólicos, no son arbitrarias. Las encuestas siempre demuestran que todos queremos mejorar. Pero esta mejora tiene sus peculiaridades. No hay oposición a la producción de energías limpias. No. Hay oposición a instalarlas inadecuadamente, en lugares donde el paisaje, los medios actuales de producción agrícola y ganadera y la riqueza turística que estas actividades conllevan, son sagradas. Habría que analizar seriamente qué ventajas tienen frente a los inconvenientes y por qué la población afectada se niega a su instalación. El sistema democrático que nos ampara tiene la palabra. Preguntemos después de informar honradamente sobre las ventajas e inconvenientes reales. Puede que los resultados sean esclarecedores.

¿Quién quiere frenar la calidad de vida? Nadie.

¿Quién quiere mantener la salud y su negocio basado en la industria de servicios? Todos.

Esta es mi opinión, pero sería bueno saber si es la opinión de los habitantes de los Valles Pasiegos. No hay que contrastar la solidaridad frente al egoísmo. No es necesario porque este supuesto egoísmo es fruto de la defensa de un valor muy superior: el paisaje, la vida apacible sin ruidos ni destrozos físicos ni invasión de cables de alta tensión visualmente espantosos y sanitariamente dañinos. 

Es necesaria una ordenación integral de la Comunidad Autónoma, una información veraz de los efectos que ésta propuesta tendrá sobre el territorio y una información pública que ayude a enderezar el tiro y no disparar por la espalda. La democracia está para esto: informemos, consultemos y decidamos.

Soy partidario de anteponer los deseos de la población, sabia, por cierto, a los deseos, aun bien intencionados, de unos pocos futurólogos del bien común. Decidamos entre todos los afectados y celebremos en comunidad lo que queremos. No todo vale. Los inconvenientes de romper el paisaje la salud y la paz pasiega, totalmente justificados, son muy superiores al supuesto bien común.

 

Ignacio rosales 18 abril 2021