Plataforma Salvar La Magdalena
Aunque las evidencias demuestran que el espigón de la Magdalena no funciona, quienes promueven la continuidad de las obras achacan los efectos contrarios a que aún no se ha construido el segundo espigón en Los Peligros, sin el cual el sistema no funcionaría.
Sin embargo, numerosos expertos mantienen una opinión discrepante al respecto y avisan que las causas que originan la erosión de la playa viene provocada, fundamentalmente, por la acumulación de arenas al sur de la Península de la Magdalena, en el área del Mareógrafo, donde ha disminuido su calado entre dos y tres metros. Esta reducción del cauce conlleva un aumento de la velocidad de las corrientes y del oleaje, lo que provoca una mayor erosión de la playa y acelera el traslado de las arenas en dirección este-oeste, hacia la playa de Los Peligros, donde se acumulan hasta desbordar el muelle de La Fenómeno.
El polémico proyecto pretendía que el espigón ya construido hubiera sido capaz de frenar la erosión en la zona central de la playa, mientras que el situado al final de Los Peligros tendría como misión contener las arenas para que no continuaran su avance hacia el interior de la bahía.
Sin embargo, la realidad pone en cuestión estos presupuestos y la playa pierde más arena que nunca en toda su zona central que va desde el muro del Campo de Polo hasta el balneario de La Horadada, y hasta ha aparecido un antiguo muelle que llevaba décadas enterrado en la arena. Queda en evidencia que el espigón construido no impide que la erosión se produzca y habrá que seguir con los transvases de arena en primavera para mantener el perfil actual de la playa.
Igual de ineficiente se demuestra el espigón ante el oleaje provocado por el viento Sur, cuyos efectos el proyecto no considera en absoluto. Basta con bajar a la playa un día de viento Sur, con marea alta, para comprobar su incapacidad con respecto a la dirección del oleaje.
Además, el espigón construido genera un efecto barrera que acumula arenas en su lado Este y está anegando el hermoso paisaje rocoso entre La Magdalena y Bikini. Se destruye así un Hábitat de Interés Comunitario que sirve de hogar y área de alimentación y cría para multitud de especies de moluscos, crustáceos, peces y aves protegidas, y por ello su conservación es de obligado cumplimiento.
Todas estas consecuencias habían sido advertidas por el Profesor Germán Flor, Honorifico de la Universidad de Oviedo y especialista en Geología y Sedimentación costera, en su informe de abril de 2018, y en los sucesivos informes de seguimiento hasta el diciembre pasado.
Parece evidente que la realidad no concuerda en absoluto con las previsiones teóricas que planteaba el proyecto y una creciente incertidumbre aparece en nuestro horizonte, que hace pensar en la falta de fiabilidad de una propuesta que no tiene ningún reparo a la hora de destruir el patrimonio paisajístico. Cabría pedir explicaciones, si no fuera porque la empresa que redacto el proyecto en 2013, “Azierta Ingeniería”, afincada en Madrid, además de no hacer honor a su nombre resulta que ya no existe, y ni siquiera hay a quien pedir explicaciones. La situación deja patente la arbitrariedad con que se eligen los redactores de un proyecto de gran responsabilidad y tan sensible para nuestra ciudad.
En cualquier caso, y al margen del mal funcionamiento de la propuesta, resulta inasumible la destrucción paisajística causada en la Ensenada de la Magdalena, pues desde sus inicios el Instituto de Hidráulica indicaba que existen otras alternativas como la opción de reponer la arena antes de la temporada turística, que resulta más económica, eficaz y fiable, y permite seguir disfrutando de un paisaje que es la envidia de cualquier ciudad y que tenemos la obligación de tratar con especial cuidado.
Construir otro espigón de 200 metros en frente de la playa de Los Peligros ocuparía toda su longitud y la dejaría encerrada, y solo se conseguiría degradar aún más la situación. Si en los últimos 45 años se ha mantenido la playa mediante la reposición anual de arena, no se entiende la necesidad de imponer una solución que, visto lo visto, más vale que la dejen tranquila si queremos disfrutando de ella. Si la obra siguiera adelante, además de destruir el paisaje seguiríamos gastando el dinero en reponer la arena todos los años, pero nos habremos cargado lo bueno que teníamos.
Cada día resulta más evidente que el espigón construido se debería retirar, como así lo ha acordado el Parlamento Regional de Cantabria. Si el primer espigón no funciona, no nos empecinemos en realizar otro más. Rectificar es de sabios, especialmente cuando lo que se pretende daña nuestros propios intereses. Hagamos caso a lo evidente: Ni con un espigón, ni con dos.
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