Aurelio González-Riancho Colongues
Delegado de Hispania Nostra en Cantabria

Los premios Hispania Nostra están considerados como los reconocimientos españoles más prestigiosos en el cada vez más necesario y agradecido espacio del Patrimonio Cultural.

En el año 2011 Hispania Nostra inicia una política de Reconocimiento a las Buenas Prácticas en materias de salvaguarda del Patrimonio Cultural Español, incorporando una visión más amplia al concepto de Patrimonio y a los medios para protegerlo. Se pretende poner en valor las actitudes positivas protectoras de la herencia cultural y complementar esa otra declaración menos agradable y que pone en alerta sobre ese Patrimonio en peligro de desaparición con la Lista Roja del Patrimonio.

La actividad en las Buenas Practicas puede ser extensa y variada, refiriéndose a la conservación preventiva, a las intervenciones directas o a la difusión y para ello Hispania Nostra se ha centrado en tres campos; 1. La intervención directa en el territorio o en el paisaje conforme a la Convención Europea del Paisaje del año 2000 potenciando las actuaciones en el medio natural, rural o urbano, cuyo soporte es el territorio y cuyo contenido es la cultura, 2. La conservación del Patrimonio como factor de desarrollo económico y social, preservando sus valores patrimoniales y 3. Señalización del Patrimonio para promover su comunicación, conocimiento y difusión a través de sistemas gráficos, símbolos o señales físicas mediante soportes convencionales o nuevas tecnologías.

Hace unos días en el monasterio cisterciense de San Juan de Burgos, también premiado en la misma jornada por la recuperación de su cubierta y con la presencia de la presidenta de honor, la reina Sofía y de la actual presidenta, la cántabra Araceli Pereda, así como de autoridades de Castilla y León y personalidades de toda España del mundo de la Cultura. Hispania Nostra concedió los premios a las buenas actuaciones de los años 2015-2016 y 2017.

Han sido varias actuaciones ejemplares distribuidas por todo el territorio español las premiadas. Entre otras se ha reconocido la excelente recuperación de la acequia medieval de Barjas Cañar en Granada, a la entidad pública Paradores Nacionales por su meritoria labor conservadora en el tiempo, al proyecto recuperador del castillo fortificado alto medieval de Portilla Zambrana en Alava, a Madrid Rio con lo que ha supuesto de regeneración de espacio público, a la consolidación de las ruinas del convento cisterciense de Santa María la Sierra en Segovia y de la fortaleza de la Mota Alcalá la Real en Jaén, al muy galardonado y especial proyecto del Caminito del Rey en Málaga, y a la rehabilitación de las iglesias de Lorca en Murcia, tras los terremotos registrados en esa localidad en 2011. También han sido reconocidos los Toros de Osborne diseminados por todo el territorio nacional por “su integración en el paisaje, ajeno a su primer mensaje propagandístico” y también a un proyecto piloto PHDuero para dispositivos móviles que pretende mostrar el Patrimonio con las nuevas tecnologías.  Son varios más los premiados pero queremos hacer hincapié en dos galardones que afectan a Cantabria.

Arnuero fue distinguido en la categoría de Intervención en el Territorio o en el Paisaje, por la actuación integral y sostenida realizada por ese Ayuntamiento en su término municipal siguiendo “un plan estratégico local que promueve una nueva gestión y uso del territorio basados en la recuperación y revalorización del patrimonio histórico, cultural y natural, concebidos como un todo patrimonial”. José Manuel Igual, su alcalde, recogió en presencia de algunos miembros de su ayuntamiento el reconocimiento.  Han conseguido sin mirarse al espejo especulativo y desarrollista de su entorno, recuperar, mantener, y mejorar su Patrimonio Cultural y Medioambiental.

José María Ballester, director del Programa “Patrimonio y Territorio: el valle del Nansa y Peñarubia” acompañado por parte de su equipo y por agentes locales del Nansa, recibió el reconocimiento. El objetivo de este programa, financiado por la Fundación Botín es el desarrollo sostenible del espacio y de la sociedad rural del valle del Nansa partiendo de sus propios recursos naturales, culturales, paisajísticos y económicos. Pretende que sea la población local el eje o base de la vitalidad del paisaje. El proyecto ha durado 10 años contando con una participación activa de todos los agentes del territorio y entre ellos, los más importantes, la población local.

Nada contribuye mejor a afianzar la cultura de un pueblo como sedimentar y fortalecer los pilares en los que se apoya su Memoria y estos son su Historia y su Patrimonio, por esto es tan importante conservarlos porque perder la memoria es perder la identidad. Debemos agradecer el trabajo que, en ocasiones a contracorriente, han desarrollado estos premiados y todo ello en un mundo en el que privan habitualmente otros principios menos generosos. Ojalá que estas prácticas consigan efecto contagio y conviertan el buen hacer patrimonial en algo normal y habitual. El patrimonio es de todos y tenemos la obligación de protegerlo, gracias a aquellos que trabajan por mantenerlo.