Los amantes del Patrimonio estamos de enhorabuena.

Como ya habréis leído en el periódico, tras las acertadas gestiones del Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera, por fin el dueño del Lazareto de Abaño está arreglando el tejado del ábside y por fin las pinturas este invierno no se mojarán.

Parece que de momento solamente va arreglar el tejado, menos es nada, y esperemos que este sea el primer paso y que posteriormente se restauren las pinturas y el conjunto del Lazareto.

En cualquier caso, seguiremos atentos a lo que se vaya haciendo, pues no hay que olvidar que Cantabria tiene muchas asignaturas pendientes con su patrimonio religioso.

Los edificios de fase románica están en general bastante bien conservados y protegidos.

El gótico, sin embargo, es otra cuestión: todos hemos visto lo que ocurrió con la ermita de la Magdalena de Cabanzón (Herrerías), que a pesar de las múltiples denuncias terminó convertida en el salón de gusto pésimo de un chalet, Nª Sª de la Guía en Borías, está convertida en un bardal, San Pedro de Otero se va cayendo poco a poco, el convento de Villante en Laredo también se ha convertido en una casa horrible, San Miguel de Bustancilles en Soba ha perdido recientemente el tejado, Santa Leocadia de Borleña sigue esperando un año más su consolidación, San Pedro de Llánez (Voto) está en un proceso acelerado de ruina, lo mismo podemos decir de San Esteban de Rioseco (Santiurde de Reinosa) o Nª Sª de la O en Barrio (Vega de Liébana), etc.

Pero no todo es negativo, por ejemplo, gracias al Instituto Sautuola, el Ayuntamiento de Liendo ha consolidado la ermita de San Julián. Tampoco podemos olvidar la restauración de la ermita de Cintul en Mazcuerras y por último las buenas noticias del Lazareto de Abaño.

Lo dicho, continuaremos en la brecha manchándonos las botas de barro por tierras de Cantabria.

Ana Rubio Celemín y Jesús Ruiz Cobo