PLATAFORMA SALVAR LA MAGDALENA

 

Por fin se tiene una postura unánime sobre los, en palabras de Miguel Ángel Revilla, “aberrantes” espigones de la Magdalena. Ayuntamiento de Santander y Parlamento de Cantabria han aprobado sendos acuerdos que solicitan al Ministerio de Transición Ecológica la paralización definitiva de las obras y retirada de los espigones, para revertir la playa a su estado inicial, el previo a su construcción. Con ello se cumple el acuerdo entre instituciones que el Ministerio demandaba como condición para tomar una decisión definitiva al respecto. Como señalaba el informe del CEDEX, por encargo del propio Ministerio de Fomento, la escollera construida plantea un riesgo de inestabilidad más para la bahía, y por ello no se puede mantener tal y como está, debe ser retirada. Ahora llega el momento de que cumpla lo mencionado.

Sin embargo aparecen noticias desde el ámbito estatal, aparentemente mal informadas, que parecen enturbiar la situación, y se crea la incertidumbre de si el Ministerio dejaría de ocuparse de mantener las arenas todos los años, como ha llevado haciendo durante las últimas décadas, aquí y en muchas de las playas turísticas de España. Abierto un cauce para reconducir la cuestión es el momento de buscar nuevas fórmulas para gestionar el Medio Ambiente y el paisaje de nuestra bahía, con la colaboración de instituciones y colectivos implicados.

La bahía es un fenómeno medioambiental excepcional, es el mayor abrigo natural de todo el litoral Norte de la Península, y de su ciclo de corrientes y mareas dependen todas las actividades que en ella suceden. Durante siglos se han realizado grandes rellenos e innumerables actividades han encontrado en ella el lugar idóneo para su desarrollo: minería, construcción naval, tráfico portuario, pesca, marisqueo o turismo. Pero la capacidad de acogida de la bahía tiene límite y se ve afectada su propia salud, hasta el punto de estar en juego su supervivencia tal y como la conocemos, si no se toman medidas que preserven su funcionamiento natural. Mantener la salud ecológica de nuestra bahía supone la mejor inversión de presente y de porvenir, sobremanera para quienes tengan la ocasión de seguir disfrutándola y hacer uso de ella en el futuro.

Esta sobreexplotación del estado natural del estuario lógicamente desequilibra el ritmo natural de corrientes, olas, fondos, vegetación, peces y arenales. El dragado de la canal provoca que el Puntal crezca desmesuradamente y se desvíe artificialmente hacia el oeste, y la erosión de las playas de Loredo avisa de su preocupante futuro. La zona del Mareógrafo sigue acumulando sedimentos que aceleran las corrientes y con ello la erosión en La Magdalena. Ambas circunstancias repercuten sobre lugares tan diversos como la ría de Cubas o la playa de los Peligros. Muchos son los frentes a atender y es importante dar respuesta desde el conocimiento, pero con buen criterio para aplicarlo, para evitar tirar piedras sobre nuestro propio tejado.

Es imprescindible actuar sobre la bahía con una estrategia global, pues todo en ella es interdependiente, es necesario poner en marcha una mesa para su estudio medioambiental y su gestión integral, donde se coordinen medidas para su pervivencia en el tiempo, a medio y, sobre todo, a largo plazo, y donde deberían estar también representadas asociaciones ecologistas y plataformas ciudadanas que han venido demandando su necesidad.

Por ello, no se entiende que desde el propio Ministerio, entidad que a través de la Demarcación de Costas es responsable directa de cualquier actuación sobre las playas, digan ahora que se abandona la cuestión a su devenir natural, como si se tratara de un Parque Natural inalterado. Naturaleza y Ser Humano, al unísono, han hecho de nuestra bahía la realidad que es. Inevitablemente, la presencia humana genera desequilibrios y por ello se han de tomar medidas para contrarrestarlos y restañar las alteraciones que provocamos, con el criterio de mínimo impacto medioambiental y paisajístico. Caber recordar que de todas las alternativas que ofrecía en su informe el Instituto de Hidráulica para el control de las arenas de la Ensenada de La Magdalena se escogió la más impactante y destructiva, y que, tal y como repitió reiteradamente su Co-Director Raul Medina en el Colegio de Arquitectos: Nunca se negó la reposición anual de las arenas como una opción válida y económica.

El mantenimiento anual de la playa de La Magdalena es realmente barato si lo comparamos con otras playas españolas. Basta decir que en 2018 ha gastado el ministerio 20 millones € en reponer arenas en la provincia de Cádiz y otros 10 millones € en la de Huelva. 50.000 €, AL AÑO, es una cifra ridícula si lo comparamos con 900.000 € en limpieza de playas de Santander o los 7 millones en mantenimiento de Parques. Decir que tales gastos son insostenibles económicamente es sencillamente un comentario destructivo, enemigo de nuestro patrimonio, el que con sano orgullo deberíamos apreciar y proteger.

Es importante agradecer la reacción de todas las fuerzas políticas para revertir una actuación que ha resultado equivocada y contraria a los intereses y el patrimonio de nuestra ciudad. Pero llega el momento de volver a la casilla de salida para comenzar a tratar las cuestiones de nuestra bahía de forma coordinada. Rectificar el error y retirar la escollera ha de estar acompañado del compromiso de, a partir de ahora, hacer las cosas mejor, planificar su gestión medioambiental a medio y largo plazo, y procurar que llegue a nuestros hijos y nietos aquello que nosotros hemos tenido el privilegio de conocer y disfrutar en todo su esplendor.

Eduardo Manzanares, Domingo de la Lastra, Manuel Zúñiga, Ángel Chamizo, Carlos García, Aurelio G. Riancho, Javier Gómez Acebo, Alberto Domínguez, Arturo Lastra