El Patrimonio Cultural es ese documento histórico material que da fe de las formas de ocupación del territorio y de vida en el pasado.  La sensibilidad patrimonial, es decir el disfrute y placer que nos produce su contemplación nos lleva o nos debiera llevar a su protección.  Cuando lo conocemos y lo entendemos, cuando nos hemos extasiado ante la admiración de un paisaje o de una construcción monumental o simplemente hermosa, cuando una un lugar prehistórico, una caverna aldea, una iglesia, un puente, una torre  medieval o simplemente unas viejas piedras nos hacen sentirnos felices y son capaces de transportarnos a otra dimensión es fácil que aparezca una fuerza racional que nos haga defender ese Bien de atentados, agresiones o sencillamente nos impulse a cuidarlo y protegerlo, Esto es lo que sucede a cierta gente, pero no a todo el mundo, desgraciadamente, y es preocupante cuando los que debieran defender los testigos materiales del pasado, porque han sido designados democráticamente para ello y además tienen los medios, no lo hacen.

          Tenemos un enorme patrimonio cultural, que no es fácil de proteger en su totalidad, es primordial e imprescindible, conocerlo y catalogarlo, en primer lugar y con esta premisa es más fácil gestionarlo, priorizando su mantenimiento y cuidado. El esfuerzo más importante se relaciona con el conocimiento, valoración y respeto, que nos llevará a su mantenimiento de manera natural y obligatoria, tal como se mantiene una casa, un parque o una playa. Lo contrario nos conduce al abandono y al olvido y es la causa principal de su deterioro y desaparición y, sin duda, a una negligencia patrimonial.

          El reciente temporal ha derrumbado parte de uno de los muros de la torre medieval de San Telmo en Ubiarco del municipio de Santillana del Mar, esa torre vigía que iluminaba y avistaba a pescadores y navegantes o avisaba de la llegada del enemigo cuando la vida valía menos.  Esa ruina bella y evocadora asentada en el acantilado, cercana a la Ermita de Santa Justa, frecuentada, retratada y pintada por paseantes y artistas, y como referencia la evocadora acuarela de Emilio González Sainz.

          Estábamos avisados, era evidente que esto iba a ocurrir. Debiera haberse actuado y no se hizo, cuando se trataba simplemente de consolidar la ruina. Hoy tenemos los medios técnicos para haberlo evitarlo e impedir este triste desmoronamiento.  La inacción en la salvaguarda del patrimonio es dejación de funciones, y ahora no vale decir que es una pena lo que ha pasado. Hispania Nostra la había incluido en la Lista Roja, en esa lista no deseada, por riesgo visible de derrumbe completo y desaparición. Tarde o temprano esto iba a suceder. Desde hace años, pescadores de costa, paseantes y vecinos lo habían denunciado en repetidas ocasiones (D.M. 23-04-2006), (DM. 12-09-2007), Carlos Bielva    

      No es un accidente -hecho inesperado- lo sucedido. No es la primera vez que ocurre algo así y, desgraciadamente, se repetirá en otros lugares.  Los temporales derribaron los restos de la histórica torre de Piedrahita en Linares en 1999 y por el mismo motivo cayó en 2007 el ultimo lienzo del torreón medieval de Villapresente, ahora le ha sucedido a San Telmo. No es una casualidad sino causalidad.  Con la pérdida de estas torres desaparecen páginas de la Historia, de la que viven algunos municipios.  Santillana es uno de ellos. Este triste acontecimiento se repetirá, si no se ponen los medios, la torre de Cadalso en Valderredible, la de los Alvarado en Secadura, la antiquísima de Vispieres, la de Cobejo en Barcena de Pie de Concha o la Calderón de la Barca en Viveda. Sus pérdidas serán irreparables, y de nuestra “Cantabria Infinita” desaparecerán algunos de los atractivos por los que la región es visitada. 

           No es romanticismo, conservar el Patrimonio Histórico es obligación legal:  el artículo 46 de la Constitución Española legisla que “Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio”. Y lo refrendan la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español y la Ley 11/1998, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural de Cantabria.  Con total claridad exponen, legislan y obligan a los responsables institucionales de la Comunidad y de los ayuntamientos a proteger, defender, realzar y dar a conocer el valor de su Patrimonio Cultural.  Existe todo un cuerpo legal, una normativa de salvaguarda, vigilancia y atención que sistemáticamente no se cumple. Algo falla

          Y no es ni tan difícil ni tan caro mantener estos Bienes. Se trata, simplemente, de consolidarlos como ruina. La ruina es un testigo de lo que hubo, es un documento histórico, y además, es bella y da personalidad al territorio. No parece una inversión exagerada limpiar unos muros de vegetación, consolidarlos, mantenerlos y explicarlos, para el conocimiento ciudadano. Sólo se protege y ama lo que se conoce. Así se está haciendo en Tagle recuperando la ruina de su torre medieval en el centro del pueblo

 

          Aún se está a tiempo de actuar en el torreón de San Telmo para que la degradación no desemboque en su desaparición. Las piedras caídas podrían volver a montarse, tal como se habría hecho en cualquier momento de la historia, y luego consolidar los dos muros en ruina y evitar que el siguiente temporal vuelva a derribarlos. No es una obra compleja y evitaría otra pérdida histórica e irreversible. Cada pérdida patrimonial es una historia menos que poder contar, algo menos que legar a nuestros descendientes, y una paulatina despersonalización de nuestra región.