PLATAFORMA “SALVAR LA MAGDALENA”
El Catedrático de Ingeniería Hidráulica Don Miguel Angel Losada, en una espléndida charla sobre “El porvenir de la bahía, el porvenir de la tierra”, impartida el pasado 17 de septiembre en el Ateneo de Santander, hablo sobre la evolución de nuestra bahía y explicó que en ella todas las acciones están interrelacionadas y que no podemos actuar en un punto sin alterar a todo su conjunto. Advertía que la ciencia, en estos casos, no puede dar certezas, y que los técnicos también se pueden equivocar. Sobre las escolleras construidas en La Magdalena, indicó que sin lugar a dudas “el impacto visual es brutal” y eso que tan solo está construido la tercera parte del total de las obras.
En el coloquio posterior se comentó la existencia de alternativas para afrontar el problema, unas más respetuosas con el medio y otras menos, y señalaba el catedrático de hidrodinámica que inevitablemente, la manera de plantear el problema determina la solución a adoptar. Es decir, primero se ha tenido que crear, y engrandecer, un problema para poder imponer una solución tan drástica, sin haber considerado la enorme pérdida del patrimonio paisajístico de Santander, realidad que cualquier persona sensible reconoce.
En este proceso, el Ayuntamiento de Santander, impulsor de las obras, insiste en la necesidad de tener una playa “para todo el año”, sin dar explicación de lo que esto significa realmente, ni quien lo demanda. Alguien debería aclarar cuáles son los motivos, decisiones e intereses que pueden justificar esta inapelable decisión, si las playas, el carril bici u otras consideraciones que no se acaban de entender.
Todo se apoya en una encuesta donde se insiste en justificar que el 91 % de los santanderinos se han manifestado a favor de los espigones. Hemos tardado meses en poder acceder a su contenido y alcance de la misma. Sorprendentemente, solo 166 personas participaron en esta encuesta, de las cuales tan solo 32 votaron a favor de la solución que se construye. Un número absurdo para representar a toda la opinión ciudadana, y además, no se ofrecía otra alternativa al problema de las arenas que elegir entre cuatro tipos diferentes de escolleras, cuando el propio Instituto de Hidráulica nunca ha descartado el mantenimiento y reposición anual de las arenas como una alternativa válida y económica, mientras se estudia cómo evitar, o reducir, las causas que lo provocan.
También hemos accedido al proceso de información pública del proyecto, y tampoco se realizó adecuadamente. Baste decir que no hubo ni una sola alegación de ciudadanos particulares en contra el impacto paisajístico de los espigones, lo que revela una total falta de claridad en la información, en una actuación de un impacto tan evidente como brutal. Lo que se demanda como participación ciudadana no es únicamente el hecho de anunciarlo en el BOE, o abrir un periodo de alegaciones, en este caso en plena época vacacional.
Tal y como ha quedado demostrado, las infografías del proyecto no reflejaban el verdadero impacto de las obras, y la simulación fotográfica acortaba su longitud en ¡80 metros!. Resulta evidente que si se actuara con menos miedo a la crítica y, el rechazo social que hoy se manifiesta se hubiera producido anteriormente y no se hubiera llegado a la situación que hoy tenemos.
Ante el desproporcionado impacto real del primer espigón, muchos santanderinos se manifiestan en contra de las obras y más de 6.000 firmas piden su desmantelamiento. En el Parlamento de Cantabria, todos los partidos políticos, a excepción del PP, han tomado el acuerdo de solicitar al Ministerio de Transición Ecológica paralizar las obras y revertir la playa a su estado anterior, y volver a su mantenimiento mediante rellenos parciales, como se lleva realizando durante décadas.
Estamos pendientes de la decisión Ministerial que evite construir el segundo espigón, aún más grande que el primero, en la playa de Los Peligros. Son dos escolleras de 100 metros cada una, y un metro más altas que la construida, que ocuparán una superficie de 2.500 m2, a la que se añade otra tercera, semi-sumergida, 100 metros más larga.
La playa de Los Peligros, de 200 metros de longitud, quedará encerrada entre muros de escolleras, cerrando la vista a la bahía. Ello cambiará la calidad de su estancia y baño, y perderá su valor ambiental. Se acabará de desnaturalizar la bella ensenada de La Magdalena y su paisaje tan emblemático, que tantos disfrutamos desde Reina Victoria con el Palacio, la isla, las rocas y la media luna de arena, un lugar que los santanderinos llevamos en el corazón.
Todavía se está a tiempo. La primera escollera solo es una tercera parte de las obras presupuestadas. La mejor economía es no seguir gastando dinero en una obra que cada vez resulta más absurda. Desmontar el espigón actual con rocas sueltas es mucho menos costoso que continuar, y se podrían recuperar los materiales empleados. El próximo espigón conlleva procesos de hormigonado, y desmontarlo resultaría mucho más complicado y costoso.
Recordaba el Sr. Losada que en estas cuestiones la ciencia no puede ofrecer certezas, que las decisiones se pueden errar, y que hemos de estar dispuestos a rectificarlas a tiempo, si la evidencia así lo indica. Así también lo creemos nosotros. El resultado tan desproporcionado e impactante sobre este bello entorno, y la degradación de un paisaje tan sensible y valioso para la ciudad, ponen en evidencia una actuación equivocada e inasumible para Santander. Parar las obras es lo único razonable. Retirar lo construido y recuperar el paisaje que teníamos, es algo imprescindible, e irrenunciable.
Domingo de la Lastra, Manuel Zúñiga, Angel Chamizo, Aurelio G-Riancho, Eduardo Manzanares, Carlos García, Adán Musi, Alberto Domínguez, Javier Gómez-Acebo.
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